En el transcurso de más de treinta años de atender personas he podido percibir que donde hay un ser humano normal existe siempre el deseo de felicidad y en el camino por conseguirlo, equivocamos muchas veces el andar que nos lleva a ella.
Existe mucha confusión entre el “Bienestar y la Felicidad”. El bienestar depende de obtener cosas materiales, en cambio, la felicidad se obtiene con el corazón. Cuando nos referimos al corazón estamos involucrando nuestras emociones.
Si no conocemos nuestro mundo emocional, no podremos trabajar en él y muchos menos en nuestras emociones y reconocer que es un indicador indispensable para obtener y sentir felicidad. Si por mucho que lo deseemos no lo logramos debemos buscar ayuda profesional ya que de este modo se trabajara con técnicas Psicológicas que te facilitaran que puedas llegar a tu interior, haciéndolo lo más profundo y minucioso sin dañarte hasta conseguir y demostrarte lo que te impide ser feliz.
Científicamente se han hecho estudios sobre cómo influyen nuestras “actitudes” en el desarrollo de variadas condiciones físicas que dañan nuestra salud.
Sabemos que todo ser humano posee cromosomas X y Y, en cuyos extremos existen los Telomenos; los cuales determinan nuestro estado de salud de acuerdo a nuestras emociones. Observamos que, si somos optimistas, si llevamos una vida sana, si al pensar en nuestro pasado traemos a la mente recuerdos lindos, nos sentimos gratificados.
Si en nuestro diario vivir utilizamos la amabilidad, como, por ejemplo, el: “por favor; gracias; perdón y permiso”, podemos notar que el “por favor” nos abre puertas; la palabra “gracias” hace efecto en nuestra memoria y en nuestro corazón; el “perdón” es la clave para superar el daño del pasado y el “permiso” es el símbolo de consideración a nuestro prójimo.
Para que todo lo antes mencionado pueda ser efectivo, primero debemos ordenar nuestra “mente”. Si en nuestro diario vivir nos encontramos pensando mayormente en tristezas, en situaciones de daños o en recuerdos que nos llevan a sentirnos culpables estaríamos viviendo en un mundo tóxico.
Debemos tener en cuenta que para llegar a la madurez tenemos que tener una buena ecuación entre el corazón y la cabeza.
Muchas veces hemos escuchado que para lograr ser feliz tenemos que reconciliarnos con el pasado, lo cual es muy cierto, pero si no sabemos cómo debemos hacerlo nos quedaremos en “la noticia”, pero no en la realización.
Deberíamos considerar que es saludable tener en nuestra vida un proyecto donde prime el amor y las relaciones armónicas en todos los ámbitos en que nos movemos.
Generalmente, cuando buscamos ayuda para solucionar los problemas que empañan nuestra felicidad, la buscamos en los más cercanos, como, por ejemplo, familiares, amigos y/o hermanos en la fe, los cuales pueden dar consuelos en el área espiritual conforme a sus capacidades, pero, lo más acertado es buscar la ayuda en las personas que Dios ha capacitado para ello.
Concluimos diciendo que el primer paso hacia la felicidad es reconocer y aceptar la gama de situaciones que nos afectan y buscar la ayuda profesional adecuada porque la FELICIDAD sí existe, es un hecho real, es un mandato Divino y lo podemos encontrar en la Biblia; por lo tanto, al obtenerla, el cuadro de nuestras vidas estará pintado con pinceladas inolvidables.
Ángela Arce-Galindo